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En qué creemos:

EN QUE TODAS LAS PERSONAS PUEDEN VIVIR DE SUS AHORROS,

EL PROBLEMA ES QUE NADIE NOS ENSEÑA COMO HACERLO.

¿Quién Soy?

Mi historia, que parece sencilla, está llena de períodos donde abundaba el dinero y no sabíamos en qué invertir, por lo que terminábamos gastándolo todo, seguidos por etapas en las que no alcanzaba ni para pagar las cuentas. Desde que tengo memoria, mi vida estuvo dominada por las finanzas caóticas de mis padres, ambos emprendedores y empresarios. Siempre admiré su éxito profesional, pero nunca su manejo financiero.

Dicen que uno es producto de sus traumas, y yo pasé muchos años intentando solucionar los problemas económicos de mis padres. Al principio, sin entender bien el asunto, decidí enfocarme en el área de riesgos de empresas con la ilusión infantil de descubrir qué habían hecho mal ellos y corregirlo, esperando solucionar así aquello que tantos problemas nos había causado.

Frustrada tras varios años sin respuestas en el área de riesgo crediticio, decidí dar un giro a mi carrera y me trasladé a trabajar a un banco en Miami. Pensé que en ese lugar, que había consumido gran parte de los ahorros de mis padres, encontraría alguna respuesta. En Miami descubrí mi pasión por el mundo inmobiliario, las diferentes reglas financieras de EE. UU. y la emoción de saber cosas que otros desconocían, pero aun así no encontré lo que buscaba.

Tras doce años sin respuestas, decidí que era momento de vivir como mis padres: renuncié a mi trabajo y usé una herencia reciente para emprender una aventura sabática de dos años estudiando en Australia. Pensé que si no podía vencerlos, era mejor unirme a ellos. Curiosamente, fue allí donde comencé a descubrir lo que tanto había buscado.

Esta nueva inestabilidad financiera activó todos mis traumas. Aunque era familiar, también resultaba profundamente incómoda, por lo que decidí buscar un trabajo como cajera antes de terminar en la calle. Si bien aún no tenía control total sobre mi situación, ese trabajo cubría parcialmente mis gastos, brindándome tranquilidad al menos por un tiempo.

La verdadera magia comenzó cuando la pequeña herencia en acciones que había recibido de un tío dedicado a las inversiones empezó a dar frutos. Estas acciones comenzaron a repartir dividendos anuales y aumentaron su valor en un 30% durante mi estadía en Australia. Gracias a esto, mi vida allí estuvo financiada en un 50% por un trabajo que realmente disfrutaba y en otro 50% por estas inversiones que aún no sabía cómo manejar correctamente.

De esta experiencia aprendí dos cosas importantes: primero, que era posible tener un trabajo que disfrutara realmente, y segundo, que podría llegar a vivir de los ahorros generados por inversiones, ganando tiempo libre para disfrutar paseos, lecturas y buen café.

Al volver a Chile decidí dedicarme al mundo de las inversiones. Quería aprender desde dentro cómo gestionarlas, ya que para dominar algo es necesario dedicarle tiempo completo, y si alguien estaba dispuesto a pagarme mientras aprendía, ahí quería estar. Logré regresar al banco que había dejado anteriormente en Chile, precisamente en banca privada, un fascinante ámbito que exigía conocer a fondo todos los productos financieros disponibles, en caso de que algún cliente de esta exclusiva división lo requiriera.

Pasé por todo, desde cuentas vistas hasta inversiones sofisticadas creadas para aprovechar oportunidades de arbitraje. El trabajo era técnicamente ideal, disfrutaba atendiendo a los clientes y tenía la ventaja adicional de estar bien remunerado. Todo parecía ir bien hasta que llegó mi primer bono. A pesar de llevar un año y medio aconsejando inversiones a algunos de los patrimonios más importantes del país, me encontré incapaz de decidir qué hacer con mis propios ahorros.

Fue entonces, buscando cómo gestionar mi dinero, cuando comprendí que los productos que ofrecía la banca y las inversiones tradicionales, no eran ni por lejos las mejores opciones de inversión. Estos productos no integraban aspectos claves para una buena inversión como bajos costos, beneficios tributarios o planificación financiera. Ahí finalmente entendí cuál era el verdadero desafío que quería enfrentar.

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